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Así se hace la compra en los pueblos sin tiendas

Una docena de municipios de la provincia de Almería han perdido el acceso inmediato a productos básicos debido al cierre de los establecimientos que quedaban ‘con vida’. Es ley de vida. Los pueblos del interior de la provincia pierden población a pasos agigantados. En 1900, un 51% de la población vivía en municipios del interior, ahora, apenas el 25%. Eso arrastra una serie de consecuencias irremediables, como la desaparición de los negocios que durante un tiempo le han dado vida. No hay más que darse una vuelta por alguno de estos pequeños municipios. Es el ejemplo de Doña María, núcleo de Las Tres Villas, u Ocaña, separados por apenas dos kilómetros. A las Alcubillas, enclave cercano, les sucede lo mismo, y otros como Benitagla o Benizalón no disponen entre sus calles de productos que si no son necesarios para la subsistencia, lo son casi. En torno a una veintena de municipios de la provincia notan ya las consecuencias de esta desbandada de población y sus vecinos tienen que desplazarse a localidades cercanas con mayor número de habitantes para acopiarse de productos necesarios para la vida diaria.

Aun así, siempre existirán los mercadillos, que acuden a estos pueblos todas las semanas. Llega pescado, fruta, verdura e incluso ropa. En ellos se vive lo que en cualquier mercado callejero de la capital, el regateo, pues que los vecinos no tengan las mismas posibilidades de acceder a los artículos que alguien que viva en un municipio con más opciones de compra, no quiere decir que se busque encontrar el mejor chollo. Pimientos, tomates, melones, sandías -cuando es el tiempo-, e incluso helados en verano, los comerciantes ambulantes proveen a estos habitantes de la mayoría de las cosas que puede desear cualquier mortal común, eso sí, cada cierto tiempo, no cuando se desea. «Tenemos que coger el coche e ir a un pueblo de al lado, bien Fiñana o incluso Guadix, pero bueno, es algo a lo que ya estamos acostumbrados, pues hace un tiempo que no tenemos tienda en el pueblo», explica Antonia, vecina de Las Tres Villas. «El que tiene la suerte de tener un vehículo no tiene problema, pero hay quienes tienen que esperar a que venga un hijo o un familiar o darse una vuelta en autobús, por ejemplo», agrega.

Pasa también con el pan, es el caso de pueblos como Ocaña, Doña María y Escúllar, y otros como Nacimiento, Gérgal o Aulago. En algunos antes había tiendas que hacían de depósito del pan para que, durante el resto del día, los vecinos fueran a recogerlo. Pero ahora, domicilios como Doña María, no tienen esa suerte, así que hay que esperar al panadero. Hasta allí se desplaza todos los días la furgoneta de este empresario del pan, cuya familia forja a fuego lento sus productos desde 1890, hace ya casi un siglo y medio, aunque no fue hasta los años sesenta cuando comenzaron a viajar por los pueblos vecinos.

La espera del pan en estos municipios supone uno de los eventos sociales más importantes del día. No es para menos. Otra cosa no, pero pan come casi todo el mundo, así que la hora de llegada del panadero no se puede obviar, pocas veces suele fallar y si algún día llega antes o después, no importa, se tira de claxon. Los habitantes de un pueblo reconocen perfectamente a quien corresponde el sonido de una determinada bocina. Y es que el pan no es el único producto en llegar procedente de otro punto. Lo hacen comerciantes de ropa, de congelados y el más inconfundible, el del camión del butano. El pan no dejará de llegar a estos pueblos hasta que desaparezcan, si desaparecen. Mientras queden habitantes habrá panaderos que transporten sus productos. Es una forma más de darle rentabilidad a un negocio. Lo hacen las pizzerías o los restaurantes chinos, aunque sería difícil de especificar quién se inventó antes el transporte a domicilio, si estos negocios de corte más moderno y antiguas profesiones como las del pan.

El tiempo lo dirá, pero, seguramente, muchos de estos pueblos que ya están padeciendo los conflictos del tiempo y la huida de los jóvenes hasta la ciudades y zonas costeras terminarán convirtiéndose en municipios donde habrá más recuerdos que conversaciones.

 

Fuente: Elalmeria.es 24/02/2013

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